Hoy te quiero contar

La tentación está en las nubes

Después de unos años, y de una forma casual, ayer me crucé  por la calle con una amiga a la que hacía tiempo que no veía, y con la que compartí un trabajo relacionado con la música. Su jubilación -me dijo- la había convertido en una viajera curiosa por conocerlo todo, tomándose la vida con la calma de quien ya no tiene más obligaciones que las que uno se quiera imponer. Nos sentamos en la terraza de un bar protegidos de este sol de Madrid bajo una sombrilla. Mientras tomamos un café, sin prisa, hablamos largo y tendido como dos...

La primavera

Como un nuevo milagro que Machado cantó en su poema al olmo centenario, hoy de nuevo el campo se viste con sus mejores galas y nos ofrece su mejor perfume. Los árboles, dormidos durante el pasado invierno, con sus brotes nuevos vuelven a pregonar que aún están vivos y dispuestos a prestarnos su sombra el próximo verano que ya empieza a  inquietarse  por llegar antes de tiempo, madurando a toda prisa el trigo, la cebada, los girasoles, los frutos de los huertos y la piel de los veraneantes que llenan nuestras playas para dejarse acariciar por este sol que es...

A mis catorce años

Después de un viaje eterno en un tren tiznado de carbonilla y lento  como era el tren correo de Andalucía, la primera imagen que recibí al llegar a la torre de ladrillo rojo, fue  una explanada enorme donde había seis piscinas. Eran las primeras que yo veía. Aquellas piscinas no eran nada parecidas a las charcas en las que los chicos de Castejón nos bañábamos  acompañados de los renacuajos, las libélulas que sobrevolaban los juncos y alguna culebrilla de agua que vivía en un agujero situado  en una de las paredes de tierra, y que al entrar o salir de...

Mas allá de las montañas azules

Cómo olvidar el momento en el que por primera vez salí de mi pueblo, crucé el río frontera de Castejón con el pueblo de al lado, y después las montañas azules que para los niños eran el fin del mundo, según nos habían dicho los mayores. Yo entonces tenía catorce años y había terminado la enseñanza primaria en la escuela. Mi padre, desde la guerra civil, no había recorrido una distancia tan larga como la que tuvo que recorrer a lomos de una motocicleta para ir hasta Cuenca y solicitar esa beca de estudios para mí con la esperanza de...

Un loco en mi concierto

Eran aquellos veranos locos de los años ochenta, cuando los artistas recorríamos pueblo tras pueblo, feria tras feria, las salas, teatros y plazas sin descanso llevando nuestra música hasta el último rincón de la geografía de España para, una vez terminada la temporada de verano continuar, como los toreros, nuestra gira por América. De aquel tiempo me quedaron grabadas muchas imágenes que todavía vuelven como diciéndome “no nos olvides, porque sin nosotras carecerías de pasado, y ese pasado ha ido poco a poco modelando tu presente de hoy”. Y de hecho no he olvidado entre otras, aquella noche de verano en...

Un año más

Como todos los años desde que mi madre un dieciocho de Enero decidió que yo naciera, a pesar del frío helador y la nieve cubriendo las calles de Castejón hasta el punto de hacerse necesario abrir caminos para comunicar las casas con las dos únicas tiendas existentes en el pueblo, con las escuelas o con la iglesia, he vuelto a celebrar mi “…taitantos cumpleaños”. Y tal como entonces, aunque al otro lado del mundo, las calles de Nueva York adonde nos trasladamos para celebrarlo con nuestros hijos y nietos, se encontraban cubiertas de nieve y se nos hacía difícil  soportar...

Una cena romántica

Si alguien necesitara un contable para llevar sus cuentas o administrar su patrimonio, por pequeño que sea, espero que no recurran a mí para hacerlo, dado que desde siempre he sido un auténtico desastre para las finanzas. Evidentemente, no es que no valore el dinero, pero tengo que reconocer que todo lo relacionado con ese vil metal me pone enfermo. Siempre he procurado dejar esas cuestiones en manos de otros, aún a riesgo de ser engañado, como me ha sucedido en alguna ocasión. Así, de tanto delegar y de no usar el dinero, fui olvidando el color de los billetes, confundiendo...

El silencio de los juguetes

Hace ya tres meses que en nuestro jardín hay un silencio extraño. Las bicicletas de los niños siguen aparcadas, dispuestas a volver a correr por los caminos de pizarra cuando regresen sus jinetes. La casa de muñecas con todos sus enseres, cacharros de plástico, juegos de café con sus tazas azules, amarillas y verdes y sus cubiertos ordenados sobre la pequeña mesa con sus correspondientes taburetes para los clientes que, a modo de bar, hace tiempo no se asoman al pequeño mostrador donde una camarera rubia y dicharachera servía café. ¿Solo?, ¿Cortado?  ¿Con leche? ¿Cómo lo desea el señor? Mientras,...

Más de quinientos mil abrazos

Me emocionan vuestros mensajes. Esos que, por ser tan sinceros y llenos de afecto, únicamente  pueden salir del corazón. Hoy, una vez más, os leo en mi Blog y emocionado por vuestras palabras siento que no soy merecedor de tanto cariño por el mero hecho de dedicar unos minutos de mi tiempo a compartirlos con vosotros y contaros algunas cosas de mí, de mis vivencias y mis sueños,  que por ser tan cotidianos  siento que son afines a los vuestros. Hoy, como cada día, estáis todos y siento que no estoy solo, aunque siempre presumí de ser un solitario. Siento vuestra...

De haber tenido un teléfono móvil

  De haber existido el teléfono móvil, aquel día me habría sentido menos solo, aquella soledad menos angustiosa, aquellos cuervos sobrevolando el cielo sobre mi cabeza me habrían parecido menos amenazantes y sus plumas menos negras. De haber existido ese milagro de la comunicación, no habría despertado en Manuela la angustia de la espera mientras pensaba: ¡dónde habrá ido este hombre!, mientras yo, una vez más, y como tantas otras, buscaba mi aventura en solitario sin revelar a nadie mi destino. Aquel día de mayo amaneció especialmente luminoso, y yo, amante de la naturaleza casi tanto como de Manuela, aquel día de...

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