Una cena romántica
Si alguien necesitara un contable para llevar sus cuentas o administrar su patrimonio, por pequeño que sea, espero que no recurran a mí para hacerlo, dado que desde siempre he sido un auténtico desastre para las finanzas. Evidentemente, no es que no valore el dinero, pero tengo que reconocer que todo lo relacionado con ese vil metal me pone enfermo. Siempre he procurado dejar esas cuestiones en manos de otros, aún a riesgo de ser engañado, como me ha sucedido en alguna ocasión. Así, de tanto delegar y de no usar el dinero, fui olvidando el color de los billetes, confundiendo...