Querida Madre Tierra

22 Abr Querida Madre Tierra

Quiero felicitarte porque hoy celebramos-eso me dicen- tu día. Y yo me pregunto: ¿Solo hoy? Pues no logro entender que después de milenios de  existencia, solo una vez al año celebremos tu día siendo tus hijos. Y me pregunto qué tendríamos hoy que regalarte, que te hiciera feliz. Mi respuesta a esa pregunta me llena de vergüenza siendo como es tan sencilla y sin embargo tan injusta contigo.

Creo que el regalo más preciado que los habitantes de este planeta que lleva tu nombre podríamos hacerte, no solo en este día, sino a partir de hoy, es lo que a lo largo de millones de años de tu existencia te hemos ido robando, a pesar de que, como buena madre nos ofreciste todo para ser disfrutado por cada uno de los que te habitamos.

Nos ofreciste un mar de aguas transparentes en cuyo fondo poder habitar todo tipo de animales marinos, un fondo en el que nosotros, las ¿civilizaciones?, hemos depositado a lo largo de los siglos todo tipo de basura con la que envenenar a esas especies que no volverán a navegar tus aguas.

Te vestiste un día, hace millones de años, con un vestido verde de árboles frutales y un tapiz de colores con  flores diferentes para mostrarte hermosa. Y fuiste a las montañas, y en los picos más altos y en tus polos  te vestiste de blanco y cubriste las montañas de una nieve que pensabas eterna.

Pero, querida Madre Tierra, no ha sido así. La nieve que esparciste por los polos, gracias a la emisión de gases, que flotan en el aire y dan colores pardos a ese cielo que creaste impoluto, y de esos productos tóxicos que sin pudor vertimos en los ríos que fueron cristalinos, hoy penetran tu cuerpo y te dejan estéril poco a poco.

Cómo felicitarte en este día, querida Madre Tierra, sin pedirte perdón por tanto desatino como pago por toda la belleza que nos has regalado.

Desde un poro escondido de tu piel, querida Madre Tierra, quiero pedir respeto y unirme los que a los que hoy  reclaman justicia para ti. Ojala que un día no lejano, te vuelvas a poner ese vestido verde de árboles que no sean talados por especuladores, y que a su sombra, tus hijos puedan dormir su siesta. Que los niños crezcan jugando por tus campos y tus praderas vírgenes, a partir de este grito de socorro que siempre has merecido.

Hoy mi regalo para ti es  la música. Música para cicatrizar las heridas en tu piel reseca de abandono. Música que reclame un tiempo de cordura y restaure tu piel, mil veces perforada por barrenas de acero, para extraer tu  esencia de las profundidades más profundas hasta dejarte seca. Música que lleve la esperanza a los desesperados hijos tuyos que andan perdidos en medio de la nada, esa tierra de nadie que es  solo tuya, querida Madre Tierra, y por tanto, de todos los que hoy te habitamos y reclamamos Calma.