El silencio de los juguetes
Hace ya tres meses que en nuestro jardín hay un silencio extraño. Las bicicletas de los niños siguen aparcadas, dispuestas a volver a correr por los caminos de pizarra cuando regresen sus jinetes. La casa de muñecas con todos sus enseres, cacharros de plástico, juegos de café con sus tazas azules, amarillas y verdes y sus cubiertos ordenados sobre la pequeña mesa con sus correspondientes taburetes para los clientes que, a modo de bar, hace tiempo no se asoman al pequeño mostrador donde una camarera rubia y dicharachera servía café. ¿Solo?, ¿Cortado? ¿Con leche? ¿Cómo lo desea el señor? Mientras,...