Dos locos y un velero
Después de cinco años enclaustrado, silencioso y cubierto de polvo en un rincón del garaje de mi casa en Castejón, descansa, sediento de agua y viento, ese velero llamado “Libertad”. Una contradicción. Desde que ese lago en el que navegaba vio como sus aguas bajaban de nivel debido a la escasez de lluvias, y a otras razones políticas que nunca comprendí muy bien -desnudar a un santo para vestir a otro-, y su panza estuvo a punto de tocar el barro y quedar varado como una pequeña arca de Noé sobre un desierto de lodo, nos vimos obligados a rescatarlo...