Mi nuevo coche

Mi nuevo coche

23 Sep Mi nuevo coche

El primer vehículo que recuerdo haber conducido a toda velocidad carretera abajo, sintiendo el viento en mi cara y una sensación de libertad desconocida para mí hasta entonces, fue la motocicleta de mi padre.

Siendo adolescente robé su “Movilette”, y sentí el placer de la alta velocidad que llegaba a alcanzar por aquella carretera de gravilla suelta de mi pueblo, tan peligrosa como mi osadía al conducirla por primera vez, y acelerando al máximo la marcha hasta sentir cerrarse mis ojos con la fuerza del aire, en aquel vuelo camino del rio, con la intención de experimentar lo que estaba reservado a los mayores: la velocidad. Entonces yo tenía doce años. A medida que fui creciendo, mi gusto por los coches me hizo recordar con una sonrisa y cierta nostalgia aquella motocicleta que, jubilada, se había quedado dormida y casi olvidada en el desván de la casa de mis padres.

También por entonces apareció, inundando el mercado automovilístico, el Seat Seiscientos. La conducción de aquel pequeño utilitario era de lo más elemental. No había mucho que pensar para que aquel cuatro plazas se pusiera en carretera dispuesto a tragarse todos los kilómetros y más, a una velocidad de crucero de unos ochenta por hora, todo lo más a noventa, lo cual suponía para el conductor una auténtica temeridad.

Y así, poco a poco, mi anhelo por conseguir aquel vehículo, creció hasta el punto de sacrificar mi consumo de cigarrillos o mi cerveza del fin de semana, seguro de que algún día ese pequeño utilitario sería mío. Y vaya si lo fue.

A veces me cruzaba por la carretera con algún conductor llevando un modelo de alta gama que me miraba al adelantarme a una velocidad de vértigo regalándome una sonrisa insana de superioridad.

Con el paso de los años, y después de haber experimentado el placer de conducir todo tipo de coches, en ocasiones he recordado aquel Seiscientos de tecnología elemental que solo me proporcionó placer al llevarme, por un módico precio, de acá para allá, haciéndome sentir el rey de la carretera.

Hoy he visitado un concesionario de coches para comprarme el que, supongo, podría ser el último, dada mi edad.

Mientras recorría la exposición, admirando esos vehículos que, debo reconocer, eran de una gran belleza, un señor vestido con traje azul, corbata roja, y una sonrisa de mañana recién estrenada, se me acercó. Sin duda era un vendedor.

-Buenos días, ¿Puedo ayudarle en algo?

-Si -dije yo-. Quisiera información sobre este coche.

-Con mucho gusto- contestó el señor, seguro de que yo era un cliente al que no sería difícil convencer de la compra.

-¿Quiere tomar asiento?- me dijo.

-Sí, gracias.

-¿Un café?- me ofreció amablemente.

-No, gracias.

Mientras me sentaba ante su mesa de diseño, él sacaba de una carpeta el catálogo del coche en cuestión dispuesto a contarme toda la información que, acompañada de fotos desde todos los ángulos posibles, me iba mostrando: El coche en una carretera con el fondo de un paisaje alpino. El coche en un desierto, trepando por una duna de arena. El coche en un ascenso imposible como una cabra entre las rocas en el Cañón del Colorado. O El coche vadeando un río, como si se tratara de un brioso caballo galopando sobre el agua, de los que veíamos cuando éramos niños en las películas del oeste.

Al verme observando las fotos, casi al oído me dijo:

– Bonito, ¿verdad?

-Si -contesté. Reconozco que sin el entusiasmo que en otro tiempo habría mostrado.

-Es uno de nuestros modelos más demandados- dijo. Y empezó a mostrarme el equipo de serie que acompañaba al coche.

-Airbags frontales, airbags laterales, botiquín, sistema se alarma por cansancio, fatiga, etc, cambio automático a nueve velocidades 9G tronic, alfombrillas de Velours…

Y así, hasta taitantos equipos de serie adicionales.

Yo asentía, como si estuviera al día de cada uno de los elementos que el vendedor, en un entusiasmo desbordado, sin cansancio ni rutina, como si fuera la primera vez que hacía ese recuento, me enumeraba.

-Y para cubrir los más exóticos caprichos de nuestros clientes -dijo-, quiero mostrarle algunas novedades importantes que forman también parte de nuestros equipos adicionales.

Yo asentía respondiendo a cada equipo que el vendedor ponderaba como lo más de lo más, con un ¡Ah!, ¡Ya! , etc., a punto de decir:-Gracias, es usted muy amable. Pero yo venía a comprar un coche, no una nave espacial.

Y dando por terminada la entrevista, quedamos en encontrarnos en otro momento. Al salir a la carretera camino a casa, me crucé precisamente con un Seat Seiscientos tuneado. Y conduciendo a una velocidad de noventa por hora -un suicidio- una pareja feliz. Juro que en ese momento añoré mi pasado, mi Seiscientos de segunda mano y la Movilette de mi padre, que por el desván de la casa todavía espera, como el arpa, la mano de nieve que sepa arrancarla.

 

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4 Comentarios
  • María del socorro Uribe G.
    Publicado el 03:10h, 06 enero Responder

    La vida es una coincidencia. Mi idolo de la cancion romantica de mi madurez (35) contando una anecdota de una motocicleta el dia que cumpli 20 años de mi accidente precisamente en una motocicleta. Dios lo siga bendicuendo

  • Luis AGUILAR lópez
    Publicado el 15:32h, 18 enero Responder

    PRECISAMENTE éste día 23 sep. cumplo los años. 4 meses mayor que tú HOY 18 ENERO ENTRO EN LA WEB Y APROVECHO para desearte mucha felicidad y a la espera del nuevo disco.- QUE CUMPLAMOS MUCHOS MÁS ( LUIS de Canalejas) un saludo

    • Luis AGUILAR lópez
      Publicado el 15:35h, 18 enero Responder

      muchas felicidades y que cumplas muchos más

  • MARÍA ISABEL CONTE
    Publicado el 22:03h, 28 julio Responder

    ¡Muy bello..! Cada vez que lo releo me vuelvo a emocionar… Una nueva coincidencia de sentimientos… Como la pareja del Seat 600 tuneado, nosotros tenemos una furgoneta Citroen modelo 1971, con la cual hace poco viajamos desde Salto, Buenos Aires, hasta la provincia de Salta, en el norte de nuestro país. ¡Muchas gracias por tan hermosos relatos..!

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