16 Sep Un domingo en Murano
Tal como estaba previsto, Manuela sacó su agenda del bolso y se dispuso a llamar a la Condesa, una mujer veneciana que una amiga común nos había recomendado como la mejor guía para conocer cada rincón de la ciudad, ya que ella había nacido allí.
Yo dormía mi pequeña siesta mientras Manuela hablaba con Fiorella, que así se llamaba nuestro contacto en Venecia. Al despertar me contó que había acordado una cita con ella para el día siguiente por la tarde en su palacio.
Como siempre acudimos con puntualidad inglesa a nuestra cita. Llamamos al timbre de la puerta y ante nosotros apareció ella.
– Buenas tardes- nos saludó con la mejor sonrisa mientras nos invitaba a pasar. – Entren, están en su casa-. Y yo pensé: “Ya me gustaría a mí tener esta casa en uno de los canales más románticos y recoletos de Venecia”.
Una vez dentro, emprendimos tras ella el camino a través de un amplio espacio de cuyas paredes colgaban tapices ya gastados por el tiempo, con sus colores pálidos, como si llevaran siglos soportando el paso del tiempo; alfombras antiguas, mobiliario antiguo de un gran valor, cortinajes festoneados con pasamanerías y cordones dorados, recogidos a ambos lados del amplio corredor, de los que pendían grandes borlas elaboradas con hilos de oro, sujetas a las paredes enteladas en seda con pátina de siglos, hasta llegar a la zona de estar.
Sobra destacar el refinamiento de nuestra anfitriona; la amabilidad y la educación exquisita, así como la hospitalidad con la que fuimos recibidos en aquel palacio.
– Pero seguidme – dijo- os mostraré mi casa -. Nos hablaba de sus hijos mientras nos mostraba sus habitaciones, aristocráticamente informales, lo que no entraba en conflicto con las alfombras persas que cubrían los suelos. En el corredor, un invernadero en el que florecían las orquídeas, y en las paredes cuadros antiguos de pintores italianos.
La Condesa fue comedida al mostrarnos tanta belleza y nos invitó a sentarnos en la zona de estar. Hablamos durante casi una hora de lo hermosa que es Venecia, de su palacio y sus obras de arte, a la vez que agradecimos tanta amabilidad al recibirnos en su casa y mostrarnos sus tapices, pinturas y objetos de arte que llenaban su espacio.
De pronto la Condesa nos dijo: “Mi gran tesoro no es este palacio donde vivo, ni las obras de arte que contempláis en las paredes, ni la colección de cerámica española que os mostré al visitar mi cocina. Mi verdadero tesoro se encuentra aquí”, señalando un cajón de la librería. Manuela y yo nos miramos preguntándonos qué tesoro podría ser más importante que ese palacio y todo el arte que encerraba.
Fiorella abrió lentamente el cajón mientras nos levantamos del sofá tratando de descubrir con verdadera curiosidad ese tesoro tan valioso que con tanto celo guardaba. A medida que lo iba abriendo muy lentamente creando el misterio, fuimos descubriendo unas bolas de cristal de colores a las que no dimos demasiada importancia, esperando que la Condesa abriera totalmente el cajón para descubrir lo que -pensábamos- debería ser el tesoro. Una vez abierto, seguíamos viendo bolas de cristal de diferentes colores y texturas: blancas, rojas con manchas doradas, azules, verdes con manchas de plata, transparentes y opacas de volúmenes y formas diferentes, mientras Fiorella observaba nuestras caras de sorpresa.
-Éste es mi tesoro- repitió emocionada, mientras nosotros ponderábamos la belleza de esos cristales sin sospechar su valor ni el misterio que encerraban ni de su procedencia.
-Son de Murano- dijo la Condesa respondiendo a nuestras dudas. -Si queréis, mañana podemos acercarnos donde están: sólo tardaremos media hora en llegar si tomamos el vaporetto, cuyo embarcadero está muy cerca de aquí-.
Y aunque nuestros planes para el día siguiente eran otros, aceptamos la invitación.
Al día siguiente nos embarcamos en el vaporetto camino de Murano. Al cruzar la laguna pasamos cerca del cementerio situado en una isla, como un barco varado en el último puerto de su travesía y, cruzando frente a nosotros, un entierro. Era una caravana de góndolas negras que trasportaban en un silencio absoluto, en primer lugar, el féretro del muerto y tras él, el cortejo fúnebre formado por sus familiares y amigos camino de su último destino. Fiorella comento: “El día que yo muera, quiero ser enterrada en ese lugar y en esta ciudad de Venecia, donde nací”.
Poco después, el vaporetto atracó en el pequeño embarcadero de Murano.
-Bueno, pues ya estamos en Murano-dijo. -Ahora seguidme-. Era domingo, y en aquella zona industrial todas las fábricas de cristal estaban cerradas. Frente a cada una de ellas un contenedor metálico almacenaba todo tipo de materiales de deshecho.
Fiorella se detuvo.
-Hemos llegado-dijo. -En estos contenedores encuentro esas bolas de cristal que os mostré ayer y que desde hace años vengo a buscar aquí. En ese momento se subió al contenedor con la elegancia de una condesa, animándome a mí a hacer lo mismo. En las profundidades del contenedor, perdidas entre los materiales desechados de la fábrica, aparecían las bolas de cristal que ampliarían la colección de Fiorella y sería el principio de mi pequeño tesoro que hoy os quiero mostrar. En un contenedor cercano, un pintor veneciano conocido de la Condesa, buscaba también entre los escombros esas bolas de cristal que un día formarían parte de sus obras de arte…
Manuela y yo nos miramos. “Esto también es Venecia”.
Fernando Sanchez
Publicado el 15:03h, 17 septiembreHola Jose Luis…nuevamente gracias, gracias por una vez mas transportarnos con esa facilidad ahora a Venecia…a Murano y como tu lo hiciste «descubrir» que un verdadero tesoro no esta en las cosas lujosas sino en lo mas sencillo…
Un abrazo
Fernando
Sonia Pérez Sánchez
Publicado el 19:04h, 17 septiembreQuerido «maestro» nuevamente feliz de volverle a leer!!!! Si es que de cada momento de su vida los convierte en una historia, y esta ha sido fascinante!!!!! Ayyyy esa «condesa»!!!! Que sin reparos y con un entusiasmo envidiable les enseño su más maravilloso tesoro!!! Unas «bolitas» pero no cualquieras sino cristal de «murano» supongo que aquellas que acababan en el fondo de aquel contenedor tendrían algun detalle seguramente insignificante y que deshacían así sin más… Lo mejor de todo es que ella sí veía en esas bolitas la misma hermosura que en aquellas que luego serían utilizadas para llevar a cabo hermosos trabajos, en fin «maestro» muchas gracias, es un placer leerle!!!! Saludos y un abrazo desde Sevilla.
Sonia
MARIANGEL
Publicado el 05:51h, 20 septiembreMAESTRO JOSE LUIS, NO SABES CUANTO ME ENCANTA LEERTE, LA MANERA TAN FACIL CON QUE CUENTAS TUS HISTORIAS, ERES MARAVILLOSO, ERES DIVINO, Y ES PORESO QUE TE QUIERO Y TE ADMIRO TANTO EL SABER QUE ERES TAMBIEN UNA DE ESAS PERSONAS QUE SABEN APRECIAR LO QUE PARA ALGUNAS PERSONAS SON COSAS INSIGNIFICANTES PARA TI, PARA MI Y PARA TODOS TUS ADMIRADORES SON BELLAS Y HERMOSAS, PORQUE A VECES LAS COSAS MAS PEQUENAS SON LAS QUE MAS FELICES NOS HACES, SEGURAMENTE PARA LA CONDESA ESAS BOLITAS DE CRISTAL ERAN UNA MANERA DE ENTRETENERSE, Y DE PASAR SU TIEMPO.
OJALA VUELVAS PRONTO MI BELLO POETA, YA SABES SIEMPRE SERAS BIENVENIDO A N.Y. UN ABRAZO FUERTE Y MUCHOS BESOS MAESTRO.
Carlos Andrés García Arias
Publicado el 01:37h, 21 septiembreMaestro y amigo Perales!
Feliz de leerte en estas líneas que sí sabes escribir, sencillas como esa palabra ‘te quiero’, pero hermoso como solo tú sabes hacerlo.
Para lo que millones de personas que en el mundo entero te queremos, es muy valioso saber que estás en contacto con nosotros y saber que estás escribiendo que estás haciendo que seamos un poco más felices, disfrutando de tus obras.
Como siempre, Dios te bendiga a ti y a tu talento, a tu familia y a tu equipo de trabajo.
Desde Manizales (Colombia), Te Queremos!!
MAGGIE (CHILE)
Publicado el 05:49h, 17 eneroHERMOSA HISTORIA DE VENECIA Y MURANO, TUVE LA SUERTE DE ESTAR EN ESOS HERMOSOS LUGARES HACE UN AÑO.
Y A TRAVÉS DE ESTE MEDIO DESEO ENVIARTE UN CARIÑOSO SALUDO DE CUMPLEAÑOS. QUE DISFRUTES ESTE ESPECIAL 18 DE ENERO JUNTO A TU LINDA FAMILIA.
UN ABRAZO CON TODO MI CARIÑO Y ADMIRACIÓN.
ELEVI
Publicado el 20:31h, 24 junioLa verdad que los años van pasando volando y cuando nos queremos dar cuenta ya nos hacemos mayores , pero es cierto que en nosotros y en nuestro corazón queda siempre esas melodías , esas canciones que en algún momento de nuestra vida nos han animado, o nos han ayudado a pensar , o a recuperar una pequeña esperanza o deseo en nosotros mismos o nos a ayudado a empujar con aquello que no nos atrevíamos .yo misma cuando me he sentido tan triste , tan vacía me he puesto sus canciones y me han ayudado a desahogarme , a poder llorar para poder querer entender algo que en ese momento no comprendía , o la tristeza me invadía.
es tan especial el saber que usted esta aquí presente , el poder tener sus canciones y poder escucharlas . el tiempo pasa pero sus canciones siempre permanecen . ¡GRACIAS POR DEDICAR SU TIEMPO EN NOSOTROS , Y POR ABRIR UNA PUERTA A LA SOLEDAD Y A LA ESPERANZA , MUCHAS GRACIAS POR SU SONRISA , MUCHAS GRACIAS POR SER QUIEN ES. GRACIAS !