Querido Alberto
Hoy mis dedos se muestran perezosos para escribir estas líneas. Unas líneas de despedida a ese amigo que, por mas que ha cantado al amigo que se fue, no se irá nunca. Hoy, la lluvia llora calladamente sobre Madrid. La misma lluvia que un día, hace unos años, siendo un joven, te inspiró aquella canción adolescente “La lluvia, un cigarrillo, y tú”. Los que te hemos querido, los que te queremos, podremos encontrarte cualquier día a la sombra de tu árbol, persiguiendo a Manuela en bicicleta, tirado en la arena una noche de luna, o buscando a tu perro callejero...