EEUU 2012

31 Oct EEUU 2012

New York, 20 de Octubre

Hoy el día ha amanecido soleado, y en la otra orilla del río, en una panorámica total, se muestra todo Manhattan, mientras un ir y venir de barcos y pequeños veleros dan un aire festivo a este 20 de Octubre, en el que debutaré en mi paso por EE.UU.

Boston, 22 de Octubre

Mi estancia en Boston ha sido breve. Sólo el día del concierto y, de vuelta al aeropuerto para llegar a Chicago, los bosques de coníferas, robles y arces crean un tapiz otoñal que me impresiona y que inmortalizo con mi pequeña cámara fotográfica.

Una planta de un rojo intenso, junto a la carretera, bordea el camino y me llama poderosamente la atención. La observo preguntándome  qué planta será.  Por fin observo, en uno de los extremos más altos, su semilla. Es increíble, habiéndola tenido desde mi infancia tan cerca no creía yo que aquí, en un bosque de Boston creciera, aunque de mayor tamaño, el zumaque, planta que en La Alcarria, antiguamente, usaban los cazadores para el curtido de las pieles. Me consuela pensar que los bosques de Boston y La Alcarria tienen algo que ver. ¡Qué cosas!

Chicago, 26 de Octubre

En medio de una fuerte tormenta que zarandeaba el avión a su antojo y con un retraso de algunas horas, llegamos a Chicago, una ciudad especialmente hermosa para mí, con unos edificios construidos por los mejores arquitectos del mundo, que hemos podido observar desde un barco a través del río hasta su desembocadura en el lago Michigan.

Las calles con gente tranquila paseando, como si de una ciudad provinciana se tratara, en contraste con las calles de New York, siempre repletas de gente con prisa para llegar a sus lugares de trabajo, o turistas, caminando de tienda en tienda.

Invitado por el Instituto Cervantes, donde he sido recibido por su Director y el personal del Centro con la calidez de unos amigos compatriotas que agradecen mi visita, he asistido a una rueda de prensa en su auditorio, lleno de gente curiosa por conocerme y saber algo más sobre mí. Un matrimonio joven me agradecía mi música, mientras emocionados me contaban su historia. Él me dice que vive gracias a ella, que un día en un alarde de generosidad le regaló, en un trasplante, uno de sus riñones, lo que le salvó la vida. Me emociona su historia y quedamos en vernos en mi concierto en el teatro.

Mientras damos un paseo por la Avenida Michigan un árbol con flores moradas llama mi atención. Nos acercamos para averiguar de qué flores se trata. Son pequeños lazos de tela atados a las ramas a modo de árbol navideño. Hay un cartel que informa que Octubre es el mes contra la violencia doméstica. Veo con gran tristeza que en todo el mundo existe el mismo problema y pienso si algún día encontraremos la tan deseada solución. Ojalá sea pronto.

En el teatro la gente canta casi todas mis canciones en un coro que me emociona, siendo la primera vez que visito Chicago. Una vez más me llevo el aplauso más efusivo y el cariño de un público mayoritariamente mejicano.

Miami, 28 de Octubre

Desde mi ventana en Miami veo el mar con su color azul turquesa y su playa llena de turistas que han llegado huyendo del frío para tostarse al sol de la Florida.

En la televisión las noticias son alarmantes. En unas horas llegará a la Costa Este el huracán Sandy. Anuncian que será uno de los peores que se hayan conocido.

Esta mañana Cristina Barrios, cónsul de España en Miami, una vasca simpática y generosa nos ha invitado en su casa a un desayuno que nos ha hecho sentir como en la nuestra.

Por la noche asistió a mi concierto. La gente de Miami me volvió a demostrar su fidelidad y en el teatro me regaló el mejor de los aplausos. Gracias por todo y a todos. Miami, ¡Hasta la vuelta!

EE.UU. 2006

Miami,  2 Noviembre 2006

 Llegamos al hotel y me acomodan en lo que será mi habitación durante mi estancia de tres días en esta ciudad para mi concierto en el James Knight Center. Con gran ceremonial, típico de los empleados clásicos de los hoteles clásicos, en donde todo recuerda a un Miami de una época en la que sólo era un balneario para los americanos necesitados de sol y de calma, me muestran mi habitación. Una suite presidencial de unas dimensiones que sólo un presidente «de algo» entendería. O quizás un artista pomposo lo utilizaría para dar fiestas o recibir a sus admiradoras. En mi caso, me parece un exceso. Sólo con el altillo donde hay una cama «presidencial», un baño «presidencial» y donde las orquídeas rojas, a modo de mariposas, se posan sobre las toallas, el baño y el rollo de papel, y me hacen sentir en un lugar irreal, sería suficiente para sentirme bien, claro que me sobrarían las orquídeas, y eso que me gustan las flores.

 Hoy he dormido mal. El calor en la noche es insoportable. El aire acondicionado es el peor enemigo para mi garganta, así que para dormir lo apago. Hoy ha amanecido lloviendo sobre Miami. No hay entrevistas que hacer, ya que el día del concierto me lo tomo libre de cualquier actividad.

Miami, 3 de Noviembre de 2006

 Ahora que ya empezaba a familiarizarme con cada rincón de la suite presidencial, me había acostumbrado a sus muebles, que me empezaban a gustar sus litografías de los cuadros de Goya y de Velázquez, su araña de ocho brazos, y hasta sus manzanas rojas de plástico, tengo que decir adiós a esta ciudad, a su calor húmedo, a su Radio Amor y a esta gente que anoche en mi concierto dejó escapar su emoción y vibró a la vez que lo hacía yo desde mi escenario.

New York, 4 Noviembre de 2006

 Son las 16.15 horas. La ciudad de New York celebra su maratón anual, con los consiguientes problemas para el tráfico, motivo por el cual el coche no ha llegado para recogerme. En estos momentos debía estar ensayando en el Lincoln Center para mi concierto de esta noche. Me estoy poniendo muy nervioso. Desde la portada de la revista Irish America que hay en la mesa sobre la que escribo, una rubia espectacular llamada Ara Conner, Miss USA, me sonríe invitándome a tranquilizarme como diciéndome: «Lo más importante soy yo». Sonrío como si con esa sonrisa de mentira me hubiera transmitido algo de calma.

New York, 5 Noviembre de 2006

 Son las 5.30 de la mañana, abandonamos New York. Atrás queda un éxito que recordaré siempre. El Lincoln Center, con su cartel de «Sold Out»  me recibió con los brazos abiertos. El público gritó, cantó conmigo, me regaló flores y la emoción lo llenó todo en una noche en la que, a pesar del tráfico intenso, la gente pudo evocar, gracias a una canción, diferentes  momentos de su vida. Sus teléfonos móviles encendidos retransmitían el concierto en directo a su familia, que no había tenido la posibilidad de verlo.